Feb 5, 2008

Lo primero que se me viene a la cabeza, es por donde comienzo y por donde termino, y a la vez dilucidar que fue mas importante, si la compañera, la maestra o la amiga, distintos roles que sin duda lo viviste profundamente. Es difícil hablar de alguien tan enigmático, capaz de generar tanto amor a los que quería y tanta dureza para enfrentar sus asuntos de justicia social de este y otros tiempos contra aquellos que representaban lo contrario a este ideal.

“Dulce dama de Hierro”, es como te llamo un profesor de España y creo que calza muy bien a tu imagen. Fui testigo presencial que todos los ámbitos de tu vida fueron una ofrenda de lucha y de amor, en tus cátedras construyendo junto a tus estudiantes reflexiones asertivas de la realidad social, la dirección de la Asociación de Académicos donde estuviste abocada a recobrar la dignidad de los académicos de una universidad tan herida y saqueada después del golpe de Estado y en los últimos años la Dirección del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile, donde impulsaste un nuevo proyecto de la carrera de geografía donde el estudiante pasaba hacer el centro y a la vez protagonista y no solo un numero mas o cliente universitario. Lo que puedo decir con toda certeza fue tu honradez y voluntad de cambio en todos estos lugares donde lideraste, siendo un contrapunto de la realidad de muchos académicos de la universidad y de la facultad de Arquitectura que eran y son cuestionados justamente por la falta de esas dos virtudes que tú poseías. A la larga esa honradez fue tu escudo y piedra cimental ante la amenaza de los que protegen los privilegios que les da el poder, blindándose con el arma de la traición, el acto ignominioso de dar el zarpazo desde la oscuridad y extender el cerco de los poderes fácticos, valiéndose de sus ejércitos de rastreros que venden sus ideales por miserables cuotas de poder, fama y de lucro

Muchas veces fuiste árbol solitario en medio del desierto, pero tu porfía de hierro te permitió hacer descender tu sombra en la tierra árida, depositando en la matriz seca del suelo las semillas de las ideas y la utopía libertaria, la coherencia de tus actos genero la humedad necesaria para que brotara esa nueva planta que hoy nosotros nos toca cuidar y transformar, ya no un árbol sino que muchos árboles.

Recuerdo nítidamente el primer encuentro contigo y de tus mensajes y esa fue la señal para saber quien seria mi maestro, ciñendo la senda con tus palabras sencillas y claras - “ no pueden renunciar a sus ideales porque les comiencen a pagar un sueldo millonario”, “citen a los autores y respeten al propiedad intelectual de los creadores” - y tantas otras cosas mas y que nos decía con una voz maternal y enérgica, mientras otros docentes solo nos hablaban del individualismo y de como armar una consultora.

Fuiste incansable, pude compartir tu lucidez intelectual pero sin embargo podía observar que ese cuerpo físico no iba a la par de la energía de tus pensamientos y la sed de conocimiento para lograr entender la realidad del mundo y el paisaje generado, donde se materializaba la eterna lucha humana entre los opresores y oprimidos. Tu compromiso te hacia necesario denunciarla y atacarla, abrazando el quehacer humano, siendo la causa indígena uno de los últimos temas a la cual te comprometeras, ocupando la mejor de tus armas, la educación, la que querías utilizar una vez que dejaras la universidad, pero ahora sería en los sindicatos, las poblaciones y las mujeres temporeras, bueno, solo fue un deseo, falto tiempo para llegar a hacerlo. Ahora nosotros, tus discípulos, llevamos tu grito de pueblo en nuestras gargantas, ya no pueden detener el vuelo de esta ave que nace, un ave de ideas, utopias, de esperanzas. La dirección del viento nos favorece, la fruta ha cuajado y ahora es nuestra la estrella

Ivan Sepúlveda Godoy

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